Si ya de por sí escribir es un reto, escribir, publicar y gustar, es un logro mayor, al que pocos tienen acceso. Malayerba, libro de crónicas del narcotráfico, ha sido un libro bien escrito que ha llegado para quedarse en el gusto del público.
Si nos relajamos con el asunto de las clasificaciones, haremos una distinción muy clara (y a la vez muy frágil) entre los libros que se publican y se exhiben en librerías: ficción y no ficción, entendiendo por ficción todo aquello imaginado por el lector y que puede ir de la literatura realista a la fantástica; y por no ficción aquella escritura que revela los aconteceres de manera teórica, que estudia la realidad y que hace referencia a sucesos verídicos, mayormente a los comprobables.
Si bien el gran reto de la ficción es crear personajes adelantándose a sus hechos y a su psicología, el gran reto de la no ficción es dar con personas reales que se convertirán, por sus características peculiares, en personajes sobresalientes.
En esta búsqueda del personaje, ya no del ficticio, sino del existente, hay que entender la realidad. Para entender la realidad hay que descomponerla en sus factores, desarmarla como a un rompecabezas y tomarse el tiempo de observar pieza por pieza para, antes de saber en qué parte acomodarla, entender que cada una tiene un valor y una existencia particular que, si bien depende de las demás para formar una imagen, es una figura única y representativa en sí misma.
Entender la realidad de uno de los mayores problemas que en este momento aquejan a nuestros país, el narcotráfico, es entender cada una de sus partes, darle a cada una de éstas un peso y una importancia propios; ver que cada pieza es un factor y a la vez un resultado del problema.
Todo eso lo sabe, y lo sabe bien, Javier Valdez Cárdenas, periodista, sociólogo, escritor, quien en su libro Malayerba se dedica a mostrarle al lector la realidad del narco en México.
Niños que juegan a matar, cadáveres aún tibios, hackers de los narcos, militares, corridos, casas de seguridad, víctimas, victimarios, balas y desiertos. Este periodista sabe llegar al fondo de la nota, sabe salir bien librado de entre las balas y le muestra al lector lo que no sale en los periódicos: la psique de los personajes, las consecuencias más íntimas del delito, escenas íntimas de lo que hay en el corazón.
A sus doce años tenía una admiración desmesurada por Javier. Casi casi le prendía veladoras a la fotografía del narco aquel: bigotón, tejana cubriéndole el pelo oscuro, sonrisa bonachona y esos collares de oro en el centro de la camisa desabrochada.
Factores que son resultados. Todo contado de manera inaudita: contado con el fantástico peso de la realidad.
Malayerba (prólogo de Carlos Monsiváis)
Editorial Jus, 2010