Hace varias semanas, cambiándole a los canales de televisión, encontré algo que no sabía si era una película, un videoclip o algún programa de chistes... el caso es que me llamó la atención.
Poblaban las imágenes personajes variopintos: un menonita, un norteño, un par de chilangos y un, al parecer, yucateco; las escenas que se desarrollaban en un ambiente rural, por sí mismas causaban gracia. Al verificar el canal para darme una idea de lo que miraba, solamente quedé más confundida: estaba viendo Bandamax, un canal que aquí en la casa nunca vemos porque no somos (o no éramos) muy afectos a la música regional del norte del país.
Pasaban los minutos y las escenas seguían, así que descarté la idea de que se tratara de un videoclip. Cuando la hora terminó y el asunto quedó en continuación, casi salto de alegría. Se trataba de una serie. Serie a la que llegué por puro azar, y cuyo encuentro festejo.
“Los héroes del norte” (como supe después que se llamaba) es una serie cómica que narra las aventuras de cinco personajes de todo el país cuyo único escape es la música. A pesar de que todos son distintos (hay rockeros, un egresado de la filarmónica, un norteño y un menonita que enseña música a los niños de la escuela) unen sus caminos con la música grupera, con “el sentir del pueblo”, como diría Zacarías III, el vocalista y compositor del grupo, y también, quizá, el personaje protagonista de toda la serie. Miguel Rodarte (El tigre de Santa Julia) es quien da vida a este singular personaje: un comandante de policía de un pueblito olvidado, bonachón y querendón con las muchachas, que tiene un sueño: cantar. Y cantar, obviamente, gruperas.
Y en este sentido, la serie hace un muy buen rescate de todas esas canciones que, independientemente de que nos gusten o no, todos en un momento de la vida hemos oído. Es más, tal vez hasta nos las sabemos de memoria. “Los héroes del Norte”, a través de sus capítulos, brinda un homenaje a los músicos que han sabido robarse el corazón de los mexicanos. Por ejemplo, el primer sencillo de “Los héroes del Norte” es Lo intentamos, de Espinoza Paz, canción que, según la historia ficticia de la serie, se le ocurre a Zacarías III en un momento de tristeza: después de apostar y perder el poco dinero del grupo, sus compañeros le dan la espalda y lo mandan a vagar en ayunas por el desierto. Sin embargo, solo y triste, Zacarías compone esta canción y, con su corazón generoso, regresa a compartirles a los demás éste el que será su primer éxito.
Si ya de por sí la selección de personajes y actores (Marius Biegai, Humberto Busto, Armando Hernández, Andrés Almeida, Karla Souza, María Aura, Patricia Reyes Spíndola) es inmejorable, los diálogos brindan otra grata sorpresa, sobre todo para los que crecimos con una televisión insípida que, además, lo censuraba todo.
Zacarías III: Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo. No tengo fusca, me la quitó Quirino.
Compadre: ¡Quirino! ¡Dale un fuete aquí a mi compadre!
Quirino: Disculpen, pero no puedo hacer eso, aquí yo soy la autoridad y no puedo ser responsable de que aquí corra sangre.
Multitud: ¡Culero, culero, culero, culero!
Quirino: ¡O suspendo el evento!
Multitud: ¡Culero, culero, culero, culero!
Zacarías III: Bueno, pos ay nos vemos.
Compadre: ¡Qué nos vemos, ni qué la moronga! ¿qué no tiene manos pa pelarme los dientes?
Zacarías III: ¡Cómo no!
Compadre: Pero antes, compadre, dígame la verdad: ¿mancilló usté a mi vieja?
Zacarías III: Pos, mancillar, mancillar, lo que se dice una muy buena mancillada, mire compadre, de hombre a hombre, de compa a compa, pos sí la mancillé. Y varias veces...
Una historia original, personajes únicos, diálogos impredecibles forman esta historia. Entre tanta televisión hecha bajo la premisa de que las masas son brutas, encontrar una buena programación es un reto, y este reto se convierte en orgullo cuando descubrimos que hay buenos programas hechos en México. Viva el talento mexicano.
Poblaban las imágenes personajes variopintos: un menonita, un norteño, un par de chilangos y un, al parecer, yucateco; las escenas que se desarrollaban en un ambiente rural, por sí mismas causaban gracia. Al verificar el canal para darme una idea de lo que miraba, solamente quedé más confundida: estaba viendo Bandamax, un canal que aquí en la casa nunca vemos porque no somos (o no éramos) muy afectos a la música regional del norte del país.
Pasaban los minutos y las escenas seguían, así que descarté la idea de que se tratara de un videoclip. Cuando la hora terminó y el asunto quedó en continuación, casi salto de alegría. Se trataba de una serie. Serie a la que llegué por puro azar, y cuyo encuentro festejo.
“Los héroes del norte” (como supe después que se llamaba) es una serie cómica que narra las aventuras de cinco personajes de todo el país cuyo único escape es la música. A pesar de que todos son distintos (hay rockeros, un egresado de la filarmónica, un norteño y un menonita que enseña música a los niños de la escuela) unen sus caminos con la música grupera, con “el sentir del pueblo”, como diría Zacarías III, el vocalista y compositor del grupo, y también, quizá, el personaje protagonista de toda la serie. Miguel Rodarte (El tigre de Santa Julia) es quien da vida a este singular personaje: un comandante de policía de un pueblito olvidado, bonachón y querendón con las muchachas, que tiene un sueño: cantar. Y cantar, obviamente, gruperas.
Y en este sentido, la serie hace un muy buen rescate de todas esas canciones que, independientemente de que nos gusten o no, todos en un momento de la vida hemos oído. Es más, tal vez hasta nos las sabemos de memoria. “Los héroes del Norte”, a través de sus capítulos, brinda un homenaje a los músicos que han sabido robarse el corazón de los mexicanos. Por ejemplo, el primer sencillo de “Los héroes del Norte” es Lo intentamos, de Espinoza Paz, canción que, según la historia ficticia de la serie, se le ocurre a Zacarías III en un momento de tristeza: después de apostar y perder el poco dinero del grupo, sus compañeros le dan la espalda y lo mandan a vagar en ayunas por el desierto. Sin embargo, solo y triste, Zacarías compone esta canción y, con su corazón generoso, regresa a compartirles a los demás éste el que será su primer éxito.
Si ya de por sí la selección de personajes y actores (Marius Biegai, Humberto Busto, Armando Hernández, Andrés Almeida, Karla Souza, María Aura, Patricia Reyes Spíndola) es inmejorable, los diálogos brindan otra grata sorpresa, sobre todo para los que crecimos con una televisión insípida que, además, lo censuraba todo.
Zacarías III: Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo. No tengo fusca, me la quitó Quirino.
Compadre: ¡Quirino! ¡Dale un fuete aquí a mi compadre!
Quirino: Disculpen, pero no puedo hacer eso, aquí yo soy la autoridad y no puedo ser responsable de que aquí corra sangre.
Multitud: ¡Culero, culero, culero, culero!
Quirino: ¡O suspendo el evento!
Multitud: ¡Culero, culero, culero, culero!
Zacarías III: Bueno, pos ay nos vemos.
Compadre: ¡Qué nos vemos, ni qué la moronga! ¿qué no tiene manos pa pelarme los dientes?
Zacarías III: ¡Cómo no!
Compadre: Pero antes, compadre, dígame la verdad: ¿mancilló usté a mi vieja?
Zacarías III: Pos, mancillar, mancillar, lo que se dice una muy buena mancillada, mire compadre, de hombre a hombre, de compa a compa, pos sí la mancillé. Y varias veces...
Una historia original, personajes únicos, diálogos impredecibles forman esta historia. Entre tanta televisión hecha bajo la premisa de que las masas son brutas, encontrar una buena programación es un reto, y este reto se convierte en orgullo cuando descubrimos que hay buenos programas hechos en México. Viva el talento mexicano.