Un libro que tarda en escribirse 63 años, definitivamente, debe ser un libro importante. Un libro escrito por un Premio Nobel, definitivamente debe ser un libro que no puede evitarse. Un libro nuevo de García Márquez es, sin duda alguna, algo que siempre se antoja. Y es que, ¿quién no ha disfrutado al descubrir al hielo?, ¿quién no ha hecho del amor un demonio?, ¿quién no ha temblado de incertidumbre al no recibir una carta?, ¿quién no se ha estremecido ante la historia de una hermosa mujer que recorre el desierto para complacer a todos los hombres que se formen en la fila?, ¿quién no quiere tocar las alas de un hombre muy viejo? Al final de cuentas, todos queremos correr a Macondo.
Gabriel García Márquez, el colombiano que todos consideramos mexicano, es no sólo un elemento de nuestro bagaje literario y artístico, sino un referente de nuestra propia cultura. Por eso es sorprendente, y siempre bienvenido, un nuevo libro. “Yo no vengo a decir un discurso”, paradójicamente, aparte de mostrarnos al autor en un género al que recurre poco,
nos habla del recelo de su autor hacia éste: el mismo título del autor lo confirma. En palabras del mismo García Márquez, tomadas de uno de los textos del libro, se confirma este punto: Yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza. Y más adelante, en un discurso de 1972, dice hacer dos cosas de las que me había prometido no hacer jamás: recibir un premio y decir un discurso.
Pues sí, aunque este sea un género que a Gabo incomode tanto, no puede evitar recurrir a él y advertir, según sus propias palabras, su crecimiento como escritor: Leyendo estos discursos redescubro cómo he ido cambiando y evolucionando como escritor.
El primer discurso de este libro es el que Gabriel García Márquez leyó en un evento escolar, cuando apenas contaba con 17 años. Texto breve, ameno, cálido. El siguiente tiene el seductor título “Cómo comencé a escribir”, y seguramente, a pesar de ser el segundo texto, para muchos lectores será el primero al que acudan. Es este un texto revela la visión de un gigante de las letras sobre el oficio de escribir:
Y esto me permite decirles una cosa que compruebo ahora, después de haber publicado cinco libros: el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica.
Un libro que empieza a escribirse en 1944 y termina en 2007; un rescate de textos orales de un autor que concede pocas entrevistas, no puede, simplemente, dejar de considerarse un tesoro.
Gabriel García Márquez, el colombiano que todos consideramos mexicano, es no sólo un elemento de nuestro bagaje literario y artístico, sino un referente de nuestra propia cultura. Por eso es sorprendente, y siempre bienvenido, un nuevo libro. “Yo no vengo a decir un discurso”, paradójicamente, aparte de mostrarnos al autor en un género al que recurre poco,
nos habla del recelo de su autor hacia éste: el mismo título del autor lo confirma. En palabras del mismo García Márquez, tomadas de uno de los textos del libro, se confirma este punto: Yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza. Y más adelante, en un discurso de 1972, dice hacer dos cosas de las que me había prometido no hacer jamás: recibir un premio y decir un discurso.
Pues sí, aunque este sea un género que a Gabo incomode tanto, no puede evitar recurrir a él y advertir, según sus propias palabras, su crecimiento como escritor: Leyendo estos discursos redescubro cómo he ido cambiando y evolucionando como escritor.
El primer discurso de este libro es el que Gabriel García Márquez leyó en un evento escolar, cuando apenas contaba con 17 años. Texto breve, ameno, cálido. El siguiente tiene el seductor título “Cómo comencé a escribir”, y seguramente, a pesar de ser el segundo texto, para muchos lectores será el primero al que acudan. Es este un texto revela la visión de un gigante de las letras sobre el oficio de escribir:
Y esto me permite decirles una cosa que compruebo ahora, después de haber publicado cinco libros: el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica.
Un libro que empieza a escribirse en 1944 y termina en 2007; un rescate de textos orales de un autor que concede pocas entrevistas, no puede, simplemente, dejar de considerarse un tesoro.
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