¿Cómo entender este México? No se nos habla de él en los libros de historia. Los periódicos no lo muestran del todo. Los noticieros en la televisión hablan de él con menos importancia que si hablaran de Lady Gaga o de los Jonas Brothers. Del México que sabemos, porque es el que nos ha tocado vivir, aprendemos por lo que dicen los vecinos, por los ruidos de las balas, por las narcomantas, por los hashtag de twitter, por la inseguridad que nos acosa día tras día. Sabemos de este México, lo poco que sabemos, porque salimos diario a la calle a ganarnos la vida, y lo que ven nuestros propios ojos nadie puede manipularlo. Sabemos de este México, lo poco que sabemos, porque lo padecemos en carne propia.
El periodismo en nuestro país es un ejercicio perseguido, anulado, cortado de tajo. Son innumerables los casos de periodistas asesinados, de hecho, ni siquiera se tiene una cifra real al respecto: asesinados, desaparecidos, levantados, secuestrados... para el caso es lo mismo. Viene a mi mente el caso de Luis Carlos [insertar link a: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2010/09/quien-era-luis-carlos-por-el-padre-del.html], reportero gráfico de 21 años, asesinado en Ciudad Juárez, ciudad que, cada que es mencionada en los medios, nos hace cerrar los ojos o voltearnos para otro lado, sintiendo dolor y pena.
Que en este contexto de persecusión y censura hacia los periodistas aparezca un libro como “Ciudad del Crimen”, del multipremiado escrito Charles Bowden, da la sensación de leer un libro prohibido. Da un remordimiento inacabable: ¿qué hemos hecho para crear un campo de tiro llamado Ciudad Juárez? ¿Qué hemos hecho, o qué le hemos permitido hacer a nuestros gobernantes?
Cada una de las páginas de “Ciudad del crimen” brilla por la rojez de la sangre, pues en cada página hay, al menos, un muerto.
Ernesto Romero Adame, treinta y tres años, día de Año Nuevo, 2008. Está sentado en su Volkswagen Jetta 2005 negro. Tiene agujeros de bala en el cuello, la gargante y el pecho; murió en el acto y espera en la Avenida Triunfo de la República. Es el primer funcionario asesinado de la temporada. Veinte minutos después de la media noche, el domingo 20 de enero, Julián Cháirez Hernández es encontrado muerto, asesinado con arma de fuego. Era teniente de la policía municipal y tenía treita y siente años. Siente horas y diez minutos más tarde, Mirna Yesenia Muñoz Ledo Martín es encontrada dentro de su propia casa. Está desnuna y ha sido apuñalada varias veces. Tenía diez años de edad...
...un muerto del cual nunca hablarán los diarios nacionales porque estamos condenados a no conocer nuestro propio México. Es “Ciudad del crimen” una lectura que se realiza con sorpresa, con terror, con una incomprensión absoluta acerca de los móviles que han desencadenado tanta sangre. Este libro impactante nos revela a Ciudad Juárez desde dentro, no desde los encabezados, ni desde las películas: Ciudad Juárez es la ciudad donde la única ley que existe es la de la supervivencia, ya no del más apto, sino del más armado.
Más que un recuento, y de los datos importantes (En el año 2000, la fuerza especial contra el narcotráfico se había sumado al cártel del Golfo; se convirtió en el grupo conocido como Los Zetas), este libro es un acercamiento demasiado próximo, incluso incómodo, a las víctimas, a los huérfanos, a los que viven en la fe (o en la locura) de que pueden aportar un grano de arena, que si bien no hará el cambio para una ciudad completa, hará un cambio para una vida, una sola, y es que, ¿será tan difícil para algunos recordar cuál es el valor de una vida humana, una sola?
La atracción que siento por el Pastor se debe en parte a esto. Él se hace cargo de los desechos del sistema mexicano de salud, del sistema carcelario mexicano, y de la compasión de México. También se hace cargo de los locos peligrosos que detiene la patrulla Fronteriza de Estados Unidos. La agencia los repele para no lidiar con ellos. Y el Pastor hace un hueco y los lleva a su lugar de locos en el desierto, y por primera vez en años estas personas dejan que alguien las toque, sin ponerse a temblar...
El Pastor es una lente de aumento, y si miras a través de esta lente, verás a esa gente invisible porque él es su última y única esperanza.
Este libro nos revela a una ciudad que queremos olvidar, que queremos hacer de cuenta que nunca pasó, pero que es parte de ese México que no conocemos, y que no por eso nos resulta ajeno.
El periodismo en nuestro país es un ejercicio perseguido, anulado, cortado de tajo. Son innumerables los casos de periodistas asesinados, de hecho, ni siquiera se tiene una cifra real al respecto: asesinados, desaparecidos, levantados, secuestrados... para el caso es lo mismo. Viene a mi mente el caso de Luis Carlos [insertar link a: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2010/09/quien-era-luis-carlos-por-el-padre-del.html], reportero gráfico de 21 años, asesinado en Ciudad Juárez, ciudad que, cada que es mencionada en los medios, nos hace cerrar los ojos o voltearnos para otro lado, sintiendo dolor y pena.
Que en este contexto de persecusión y censura hacia los periodistas aparezca un libro como “Ciudad del Crimen”, del multipremiado escrito Charles Bowden, da la sensación de leer un libro prohibido. Da un remordimiento inacabable: ¿qué hemos hecho para crear un campo de tiro llamado Ciudad Juárez? ¿Qué hemos hecho, o qué le hemos permitido hacer a nuestros gobernantes?
Cada una de las páginas de “Ciudad del crimen” brilla por la rojez de la sangre, pues en cada página hay, al menos, un muerto.
Ernesto Romero Adame, treinta y tres años, día de Año Nuevo, 2008. Está sentado en su Volkswagen Jetta 2005 negro. Tiene agujeros de bala en el cuello, la gargante y el pecho; murió en el acto y espera en la Avenida Triunfo de la República. Es el primer funcionario asesinado de la temporada. Veinte minutos después de la media noche, el domingo 20 de enero, Julián Cháirez Hernández es encontrado muerto, asesinado con arma de fuego. Era teniente de la policía municipal y tenía treita y siente años. Siente horas y diez minutos más tarde, Mirna Yesenia Muñoz Ledo Martín es encontrada dentro de su propia casa. Está desnuna y ha sido apuñalada varias veces. Tenía diez años de edad...
...un muerto del cual nunca hablarán los diarios nacionales porque estamos condenados a no conocer nuestro propio México. Es “Ciudad del crimen” una lectura que se realiza con sorpresa, con terror, con una incomprensión absoluta acerca de los móviles que han desencadenado tanta sangre. Este libro impactante nos revela a Ciudad Juárez desde dentro, no desde los encabezados, ni desde las películas: Ciudad Juárez es la ciudad donde la única ley que existe es la de la supervivencia, ya no del más apto, sino del más armado.
Más que un recuento, y de los datos importantes (En el año 2000, la fuerza especial contra el narcotráfico se había sumado al cártel del Golfo; se convirtió en el grupo conocido como Los Zetas), este libro es un acercamiento demasiado próximo, incluso incómodo, a las víctimas, a los huérfanos, a los que viven en la fe (o en la locura) de que pueden aportar un grano de arena, que si bien no hará el cambio para una ciudad completa, hará un cambio para una vida, una sola, y es que, ¿será tan difícil para algunos recordar cuál es el valor de una vida humana, una sola?
La atracción que siento por el Pastor se debe en parte a esto. Él se hace cargo de los desechos del sistema mexicano de salud, del sistema carcelario mexicano, y de la compasión de México. También se hace cargo de los locos peligrosos que detiene la patrulla Fronteriza de Estados Unidos. La agencia los repele para no lidiar con ellos. Y el Pastor hace un hueco y los lleva a su lugar de locos en el desierto, y por primera vez en años estas personas dejan que alguien las toque, sin ponerse a temblar...
El Pastor es una lente de aumento, y si miras a través de esta lente, verás a esa gente invisible porque él es su última y única esperanza.
Este libro nos revela a una ciudad que queremos olvidar, que queremos hacer de cuenta que nunca pasó, pero que es parte de ese México que no conocemos, y que no por eso nos resulta ajeno.
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