Con grandes expectativas me llevé a casa la película “Sin nombre” (sí, así se llama). Como se me pasó en el cine “La vida loca” y me quedé con muchas ganas de verla, leí, esta que también trataba de maras y pensé “de aquí soy”.
Me esperaba un fin de semana algo de mucho trabajo, así que la compré para verla en cualquier descansito. Le saqué la vuelta el sábado, muy temerosa de que la historia me fuera a conmover o asustar hasta el soponcio. El domingo no fue el día más feliz de mi vida, así que le estuve sacando la vuelta a la película, pero al fin, ganó mi curiosidad y me eché en mi sofá favorito a verla, esperando que en cualquier rato no soportara más y huyera a la televisión de la sala a ver feliz (la repetición del Teletón, Lucerito llorando o algo así).
Oh, desilusión. La historia no tiene grandes sobresaltos, ni mayores revelaciones: un niño que quiere hacerse mara y por eso soporta una golpiza; un chico, Casper, que para proteger a su novia la niega frente a los maras, y sale peor porque la muchacha termina muerta; una muchacha que quiere llegar a Estados Unidos a cumplir el sueño americano pero antes tiene que pasar por el hostil y cruel México. Historias, en fin, que son fuertes indudablemente, pero que se quedan cortas ante la realidad nuestra de cada día.
Por ejemplo en la escena donde muere la novia de Casper, ella es asesinada por accidente, en realidad el asesino no quería matarla, pero ella cae, se da un golpe en la cabeza, y se muere. Sin balazos, machetazos ni violaciones de por medio. Hasta con un poco de arrepentimiento de parte del líder de los maras.
Las grandes maldades que le hacen a los inmigrantes es asaltarlos o lanzarles piedras, pero también hay gente buena que les arroja comida o que los protege en un albergue (escenas que ya no podemos creer después de las atrocidades que han salido a la luz respecto a las masacres de inmigrantes).
Cuando un chico (Casper) deserta de la pandilla, lo buscan para matarlo a balazos, sin tortura de por medio.
Y los maras son una pandilla de hermanos en la cual todos se quieren y se tienen lealtad ante todas las cosas. También sufren, también lloran. También tienen respeto por la vida humana.
Una película protagonizada por la Mara Salvatrucha, en la cual hay sólo 5 muertos, ¿no es demasiado, pero demasiadísimo, light?
En fin, es una película de maras fresas, es como volver a mirar “Amarte duele” (pero con los protagonistas tatuados), esa película del amor prohibido entre la niña rica y el niño pobre con canciones de Natalia Lafourcade de fondo. Incluso uno de los actores repite y hasta ambas películas se terminan en lo mismo, exactamente en lo mismo.
Tendré que esperar y seguir esperando a que salga “La vida loca” en dvd (porque todavía no he dado el gran salto al Blu Ray). Me cuentan que esa película sí me va a dejar la piel chinita.
Me esperaba un fin de semana algo de mucho trabajo, así que la compré para verla en cualquier descansito. Le saqué la vuelta el sábado, muy temerosa de que la historia me fuera a conmover o asustar hasta el soponcio. El domingo no fue el día más feliz de mi vida, así que le estuve sacando la vuelta a la película, pero al fin, ganó mi curiosidad y me eché en mi sofá favorito a verla, esperando que en cualquier rato no soportara más y huyera a la televisión de la sala a ver feliz (la repetición del Teletón, Lucerito llorando o algo así).
Oh, desilusión. La historia no tiene grandes sobresaltos, ni mayores revelaciones: un niño que quiere hacerse mara y por eso soporta una golpiza; un chico, Casper, que para proteger a su novia la niega frente a los maras, y sale peor porque la muchacha termina muerta; una muchacha que quiere llegar a Estados Unidos a cumplir el sueño americano pero antes tiene que pasar por el hostil y cruel México. Historias, en fin, que son fuertes indudablemente, pero que se quedan cortas ante la realidad nuestra de cada día.
Por ejemplo en la escena donde muere la novia de Casper, ella es asesinada por accidente, en realidad el asesino no quería matarla, pero ella cae, se da un golpe en la cabeza, y se muere. Sin balazos, machetazos ni violaciones de por medio. Hasta con un poco de arrepentimiento de parte del líder de los maras.
Las grandes maldades que le hacen a los inmigrantes es asaltarlos o lanzarles piedras, pero también hay gente buena que les arroja comida o que los protege en un albergue (escenas que ya no podemos creer después de las atrocidades que han salido a la luz respecto a las masacres de inmigrantes).
Cuando un chico (Casper) deserta de la pandilla, lo buscan para matarlo a balazos, sin tortura de por medio.
Y los maras son una pandilla de hermanos en la cual todos se quieren y se tienen lealtad ante todas las cosas. También sufren, también lloran. También tienen respeto por la vida humana.
Una película protagonizada por la Mara Salvatrucha, en la cual hay sólo 5 muertos, ¿no es demasiado, pero demasiadísimo, light?
En fin, es una película de maras fresas, es como volver a mirar “Amarte duele” (pero con los protagonistas tatuados), esa película del amor prohibido entre la niña rica y el niño pobre con canciones de Natalia Lafourcade de fondo. Incluso uno de los actores repite y hasta ambas películas se terminan en lo mismo, exactamente en lo mismo.
Tendré que esperar y seguir esperando a que salga “La vida loca” en dvd (porque todavía no he dado el gran salto al Blu Ray). Me cuentan que esa película sí me va a dejar la piel chinita.
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